Lecciones de protocolo

Los diez días de luto que han seguido a la muerte de la reina Isabel II, y que de manera ejemplar ha retransmitido la BBC, nos han permitido a millones de espectadores de todo el mundo acercarnos a los múltiples actos y ceremonias que, siguiendo el estricto protocolo de una de las monarquías más antiguas del mundo, deben sucederse a la muerte del soberano.Toda una lección de historia enmarcada en el solemne y fastuoso ceremonial que desde el momento de su fallecimiento, hasta el sepelio en la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor, tuvo su punto culminante en el funeral de Estado que reunió por primera vez en la historia a la mayor concentración de la realeza y jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo.El protocolo resuelve situaciones difíciles y su obligado acatamiento, aceptado por todos, además de colocar a cada uno en su sitio, permite solventar situaciones embarazosas.Mucho se había especulado con la presencia del rey Juan Carlos en el funeral y con la conveniencia o no de su foto junto a los reyes Felipe y Letizia. Los ingleses, que de normas y tradiciones saben lo suyo, echaron mano del reglamento. Los miembros de las familias reales ocuparían juntos y por orden de antigüedad los lugares asignados en la abadía de Westminster. Así se hizo. El protocolo manda. Sin discusiones.

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