La mujer que se inspiró en el crimen de Asunta para matar a su hija

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Lo advirtió el fiscal Félix Martín en la primera sesión del juicio contra Cristina Rivas, la mujer que ahora tiene 38 años y que está acusada de asesinar a su hija de cuatro, el 31 de mayo del 2021. "Este juicio será un viaje emocional impactante". Y no se equivocó. Los nueve miembros del jurado popular han viajado estos días a la historia más triste y cruel de España de los últimos años, rememorando crímenes de menores de edad a manos de aquellos que tenían la obligación de quererles y cuidarles. Por la sala de la Audiencia de Barcelona ha desfilado el recuerdo de Asunta Basterra, Gabriel Cruz y de Anna y Olivia, las hermanas asesinadas por su padre en Tenerife.

El peor de los dolores

Crímenes que los dos meses anteriores al asesinato de la menor sirvieron de inspiración a la acusada, como han asegurado los Mossos d'Esquadra en sus declaraciones en el juicio. Que Cristina Rivas mató a su hija asfixiándola con una bolsa de plástico tras suministrarle la noche anterior un lorazepam con el que la menor quedó sumida en un profundo sueño, es un hecho que la mujer reconoció durante la instrucción. Tras matar a su hija, la acusada ingirió un cóctel de numerosas pastillas con las que trató sin éxito de suicidarse. ¿Qué se juzga entonces? Si el crimen se realizó con plena conciencia de los hechos y de sus consecuencias, como sostiene el Fiscal y la acusación particular, representada por la abogada Mireia Gómez. O si la mujer actuó en un brote psicótico, alejada completamente de la realidad y sin conciencia de los hechos que estaba protagonizando.

La maldad existe

De uno y otro escenario dependerá que la acusada sea condenada a la prisión permanente revisable que solicitan el Fiscal y la familia paterna de la víctima. "La maldad existe y en este juicio la verán", advirtió al jurado el Fiscal. ¿Por qué mató Cristina a su única hija? "Para provocar al padre el peor de los dolores posibles", coincidieron el Fiscal y la abogada de la acusación. Cristina y Sergio se conocieron cuando ambos eran muy jóvenes. Vivieron un primer amor de juventud que no superó los episodios de infidelidad protagonizados por ella. Los describió en su declaración la madre de la mujer, Conchi, abuela de la niña y que protagonizó una declaración descarnada, entrecortada por el llanto y por un dolor que tres años después sigue siendo insoportable. Una declaración en la que admitió seguir devastada por el asesinato de su única nieta, a la que descubrió y vio tumbada en la cama sin vida. La pareja se separó y se reencontró al cabo de un tiempo. Volvieron y Cristina no tardó en quedarse embarazada de una niña, para felicidad de Sergio que, en palabras de la que era su suegra, "se volvió loco de amor con su niña".

Mentirosa y manipuladora

Los primeros dos años fueron felices. La pareja vivía en Sant Boi de Llobregat. Pero los desencuentros, la desconfianza y los escarceos de la mujer con otros hombres volvieron a dinamitar la relación. La pareja antepuso en su separación los intereses de la menor y ambos pactaron una custodia compartida que no alteró el bienestar de una niña que en palabras emocionadas de su padre "era inmensamente feliz". Todo cambió cuando Cristina empezó a sospechar que Sergio estaba conociendo a otra persona. Madre e hija vivían con la abuela en un piso de Sant Joan Despí. La propia abuela narró cómo su hija quiso recuperar en ese momento a Sergio. "Déjale en paz', le decía yo una y otra vez. No estaba enamorada de él. Nunca lo había estado, pero era caprichosa y no podía soportar que él estuviera con otra mujer y que a ella le dijera que no". El análisis del ordenador de Cristina reveló a los Mossos d'Esquadra cómo en ese momento empezó a buscar remedios de brujería para recuperar el amor de Sergio.

Amarres, conjuros, chamanes, rituales y todo tipo de artimañas de magia blanca, negra o lo que fuera que trató de poner en práctica. Entre los archivos de su teléfono móvil se encontraron fotografías con imágenes antiguas de la pareja rodeadas de velas y cartas del tarot. Esas maniobras de la mujer para regresar con Sergio implicaron visitas sin avisar a la casa del hombre. "De repente se presentaba en el piso con mil excusas. Quería volver sí o sí, pero yo ya no estaba dispuesto a empezar, ni caer otra vez en la trampa de una mujer mentirosa y manipuladora que solo pretendía satisfacer sus deseos, sin importarle ni yo, ni nuestra hija", declaró. En una de esas visitas, Cristina le aseguró a Sergio que le habían diagnosticado un cáncer y le suplicó volver por la niña y para estar juntos el poco tiempo de vida que le quedara. Todo era mentira.

Un viaje al horror

La situación cambió completamente el día que Cristina regresó nuevamente al piso de Sergio para entregarle una carta de amor en la que le pedía perdón y le prometía cambiar para siempre. Ese día el hombre no estaba solo. Iba de la mano de la mujer que en ese momento estaba conociendo. La acusada mantuvo el tipo, pidió a su expareja que le acompañara un segundo a un bar para hablar, pero el hombre se negó y le pidió que por favor nunca más se presentara en su casa por sorpresa. Que no tenían nada de qué hablar que no fueran cuestiones relacionadas con la niña. A partir de ese momento, Cristina dedicó los siguientes dos meses a buscar por Internet los métodos para asesinar a un menor de edad. Historias de otros niños y niñas asesinados por sus padres, de las consecuencias legales de los actos. Rebuscó y descargó las composiciones médicas de los mejores medicamentos para matar a alguien, el tiempo en el que un menor de edad tardaría en morir con la ingesta de determinados fármacos. O cómo se asfixiaba con una bolsa de plástico. Un viaje al horror que duró dos meses, según detallaron los Mossos en el juicio. Un tiempo en el que también buscó una pistola de segunda mano. Pero que evidentemente no consiguió porque miró en las aplicaciones de compra y venta en las que afortunadamente no se adquieren este tipo de cosas. Pero ella lo intentó.

Cristina tuvo tiempo de escribir cuatro cartas los días previos al crimen. Una para su madre, otra para su padre, otra para su abuela y otra para Sergio, al que acusaba y responsabilizaba de la muerte de su hija. Unas cartas para las que buscó "modelos" y patrones en Internet y en las que reprodujo frases textuales de las que en su día pronunció Rocío Carrasco en el documental de Tele 5 en el que la hija de Rocío Jurado describió los presuntos malos tratos sufridos por parte de su exmarido y su intento de suicido. La expresión más repetida en las cartas era "porque la he parido yo". La propia abuela de la víctima contó como su hija estaba "obsesionada" con la posibilidad de que le ocurriera lo mismo que a la hija de Rocío Jurado y que la niña pudiera querer más a la nueva pareja de su padre que a ella. Para la acusación no hay duda de que el crimen fue planificado y orquestado. Una planificación que se vería refrendada por las múltiples operaciones de retirada de efectivo que realizó a lo largo de los meses anteriores al crimen. Un dinero, cerca de 7.000 euros, que repartió entre los miembros de su familia con las notas e instrucciones para el entierro de las dos. Las abogadas defensoras de Cristina –Alba Escoda y Eugenia Sobrino– solicitan la libre absolución o, en su defecto, que se le aplique la eximente de trastorno mental transitorio.

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