Trabajadores del mundo uníos… a la IA

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Qué bien puesto el nombre ultraactividad. Suena a superpoder. Quién no lo querría para sí. Pero no: es la forma en que la legislación argentina llama a extender un convenio colectivo de trabajo hasta que se firme el siguiente.

Tal vez pronto debamos reescribir todo el diccionario de los derechos laborales. No por la Ley de Bases o lo que acuerden Milei y Moyano, sino porque el trabajo está destinado a quedar patas para arriba una vez que el terremoto de la inteligencia artificial se aplaque.

Hace un par de meses el European Trade Union Institute, que agrupa a todos los sindicatos de Europa, organizó un congreso para discutir el futuro de los derechos laborales. Ya en la convocatoria notaban que los cambios tecnológicos en el mundo laboral son tan vertiginosos que las instituciones, la legislación y la investigación los corren de atrás. Estamos viendo una película tan acelerada que apenas podemos distinguir a los personajes.

El trabajo está destinado a quedar patas para arriba una vez que el terremoto de la inteligencia artificial se aplaque

El trabajo es probablemente el aspecto de la vida social y económica que más cambió con la pandemia, en especial en el sector de servicios. Volvieron la escuela, los cumpleaños, los runners… casi todo menos la oficina. Trabajar desde casa produce un efecto paradójico: estamos más presentes en la vida doméstica material –preparamos el almuerzo, nos cruzamos con la familia, se nos trepan las mascotas, toca timbre el repartidor– pero la vida laboral, en contraste, está desmaterializada y sucede en gran medida en el mundo virtual.

Si ese cambio no fuera ya bastante copernicano, ahora llega la inteligencia artificial para transformarlo todo. En el libro pronto a publicarse Automatizados, Eduardo Levy Yeyati y Darío Judzik plantean –entre muchas ideas interesantes– que la IA puede actuar como una especie de Robin Hood. Ya hay varios estudios que muestran cómo los asistentes virtuales mejoran el rendimiento de los trabajadores menos calificados mucho más que el de los calificados. Esto podría terminar en que ganen lo mismo. Ya no habría una prima por educación. Sabíamos que la IA traía una revolución, pero no que fuera una revolución igualitarista. Con el riesgo, eso sí, de que la igualdad sea para abajo: a más oferta laboral, más poder para las empresas.

Ciertamente se abren nuevas hipótesis y preguntas. En el congreso de los sindicatos europeos se discutieron temas como las negociaciones de salario algorítmicas y el futuro de los despidos y contrataciones mediados por la IA.

Sabíamos que la IA traía una revolución, pero no que fuera una revolución igualitarista. Con el riesgo, eso sí, de que la igualdad sea para abajo: a más oferta laboral, más poder para las empresas

Si un sistema de IA aprende de nosotros y luego completa tareas en nuestro nombre –lo que en la jerga se llama "segundo cerebro"–, ¿qué pasará cuando seamos despedidos? ¿Podremos llevarnos nuestro segundo cerebro, esa especie de clon? Y si se lo queda el empleador, ¿será a cambio de una indemnización mayor?

En el caso de los trabajadores independientes, aunque sus clones les pertenezcan, las preguntas aparecerán en la relación con los clientes. Si mando a mi asistente virtual a participar de una reunión y tomar notas, ¿podré luego cobrar esa hora? ¿A qué precio? ¿Será que nuestros clones cobrarán menos que nosotros?

La asignación y pago de salarios puede verse completamente trastocada. El registro digital de cada cosa que hacemos –nosotros o nuestros bots– puede favorecer los micropagos por tareas. Y cuánto se pague podría depender también de un algoritmo: si resuelvo una tarea en un momento álgido tal vez me paguen más que en un momento de sosiego. Como ya les pasa a los choferes de Uber.

Ya existen empresas con CEOs digitales, controlados solo por sus directorios. Por supuesto, una IA podría también redactar un manifiesto, escribir pancartas o firmar un petitorio. Quien sabe, el 1° de mayo de 2025 tal vez ya haya sindicalistas robots. Habrá qué preguntarles qué entienden ellos por ultraactividad.

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